BALLESTEROS, XOSÉ
Érase una vez una cabra que tenía siete cabritillos.
	Vivían en una cabaña, en medio del bosque. La cabra
	les pedía siempre a sus hijos que no jugaran lejos de la casa,
	pues por aquel bosque rondaba un lobo muy feroz.
	Un día, la cabra fue a hacer compras a la aldea
	y les dijo a los cabritillos:
	No abráis la puerta a nadie hasta que yo regrese...
	Este cuento de los hermanos Wilhelm y Jacob Grimm destaca
	por su original propuesta plástica. Los personajes son figuras
	de plastilina, dotadas de gran expresividad. Cada imagen
	está cuidada hasta el más mínimo detalle, con escenografías
	elaboradas a base de tela, cartulina, madera o arena,
	en las que no faltan elementos del bosque y del ámbito del hogar.
	Así, los árboles, las flores, el agua y las distintas dependencias
	de la casa de los cabritos contribuyen a situar al lector
	en la historia, como un espectador de excepción.